domingo, 8 de noviembre de 2009

Historias mínimas del municipio más endeudado

¿Qué es la crisis? ¿Qué había dentro de la burbuja? Varios millones de historias jalonadas por las mismas ideas preconcebidas, las mismas incitaciones de los agentes públicos y privados y las mismas prácticas económicas.

Villanueva de la Torre (Guadalajara) es la localidad más endeudada de España, o más exactamente la localidad con mayor ratio de hipotecas por habitante. Ése es el sambenito que El País Semanal, siguiendo datos del INE, le colgó en 2006 en un reportaje titulado Entre la hipoteca y la pared, ilustrado con artísticas imágenes de los entrevistados posando con sus muebles en la calle. “Las viviendas empezaron a entregarse a partir del año 2000”, explica el director de una de las sucursales del pueblo, “y casi nadie ha terminado de pagarlas”. Efectivamente, la localidad pasó de 330 habitantes en 1996 a 6.400 en 2009, lo que da una tasa media de crecimiento anual de 141%.

Villanueva tiene ahora cerca de 2.000 viviendas unifamiliares a 4 km de Azuqueca, 18 de Guadalajara y 50 de Madrid. El desarrollo del Corredor del Henares y la expansión inmobiliaria explican la transformación de este pueblo agrícola en una urbanización al estilo de las zonas residenciales anglosajonas: “Aquí la gente se ha venido para estar a su rollo”, explica una empleada del Ayuntamiento. Dos centros comerciales contienen una docena de bares y restaurantes, una autoescuela, un supermercado, dos peluquerías y un bazar. También, por supuesto, cuatro sucursales bancarias y varias oficinas de promotoras e inmobiliarias.

Pero una buena parte de los locales están vacíos y las compras se hacen más bien en las áreas comerciales colindantes a la Nacional II. Es corriente tener dos coches por familia. Resulta complicado, sin embargo, saber cuántas personas tienen problemas de endeudamiento o amenaza de embargo. En este ambiente, más que en otros, la gente no habla de ello, pero en las sucursales bancarias y en el Ayuntamiento se refieren algunos casos y se habla cada vez más de gente con problemas, “lo último que hace la gente es dejar de pagar la hipoteca”, reconoce el mismo director de sucursal.

Un chollo a 50 km del centro

Fue la reforma de la ley del suelo en 1990 la que permitió que se recalificara buena parte de las fincas rústicas del pueblo y empezase a acudir gente de Azuqueca, quienes por bajo precio podían comprar allí un terreno y construirse un chalet. Una promotora se percata de las posibilidades de la zona y consigue de Ibercaja financiación para la construcción de una zona residencial con una primera fase de 500 chalés. Las obras comienzan en 1996 y se acompañan de publicidad con paneles en la carretera, cuñas radiofónicas y buzoneo: “Chalés desde 9.900.000 pesetas”.

Luisa, que vivía en Madrid, recibió la publicidad en su casa. Es el año 1999. Junto con su marido deciden lanzarse a la compra de un chalet. “Nuestro piso de renta antigua era pequeño para nosotros y nuestras hijas. En Madrid era imposible comprarse algo, todo estaba por las nubes”. A Luisa al principio la distancia le impresionó “acostumbrada al metro y al autobús”. Pero a su favor cuenta el hecho de que ella y su marido, Pedro, tienen una pequeña empresa de instalaciones eléctricas. Él se encarga de las obras y ella de la administración. Los cuatro millones de entrada los reúnen gracias a una pequeña herencia de su madre, más la ayuda de una tía y de su suegra. “Firmamos en 1999, 11.900.000 pesetas por 20 años, me acuerdo muy bien. La cuota se nos quedaba en 400 euros”, dice Luisa.

Al año siguiente piden un préstamo de 12.000 euros para construir el piso de arriba, lo que representa 80 euros más en la hipoteca. Además, a partir de 2003 contratan a dos empleados para su negocio: es el boom de la construcción. Llevan las cuentas desde casa, utilizan el garaje como almacén y tienen un sótano alquilado en Madrid. “Me daban las tantas todos lo días con los papeles –continúa Luisa–. No desconectaba del trabajo, así que decidimos alquilar una de las naves que hay en la urbanización”. El alquiler de 600 euros les parece, sin embargo, que es tirar el dinero: “Lo mismo que estoy pagando de alquiler lo voy pagando de hipoteca”, así que compran una nave.

En 2007 ya cuesta 21 millones, pero más vale comprar antes de que suba más. Su chalet se ha revalorizado otro tanto, el precio de venta ronda los 60 millones, lo que facilita el nuevo préstamo. Es La Caixa la que acepta la operación a cambio del traspaso de la hipoteca del chalet, pues éste será la garantía del nuevo préstamo. En total de 240.000 euros: 126.000 para la nave, 18.000 de IVA, 50.000 que les quedaba de pagar de la casa y 46.000 más “para los papeleos y dar un empujón a la empresa”. La cuota pasa a 1.300 euros y el préstamo se prolonga 20 años más.

En 2006 empiezan los problemas. Primero pierden 15.000 euros en la estafa del Fórum filatélico, luego se quedan con un impagado de 60.000 euros a causa de “un sinvergüenza que iba abriendo empresas y dejándolas en quiebra”. La puntilla vendrá dos años después, con la quiebra de una constructora a la que le han facturado 45.000 euros. Nuevo impago en el momento en el que la crisis se empieza a notar. Según Luisa, “trabajo seguíamos y seguimos teniendo, pero el problema son los impagados. La gente tiene muchos problemas para pagar, hay que estar detrás de ella”. De este modo agotan prácticamente la línea de crédito que los bancos conceden a las pymes y a principios de 2009 se ven obligados a despedir a sus dos empleados. “Lo poco que vamos trabajando ahora lo hacemos en negro”.

Por último, la revisión de la hipoteca de 2008 la subió a 1.600 euros. ¿Cómo han tirado? “Con más créditos. Es de la única manera en que salen adelante las empresas y los particulares”. Primero fraccionan las Visas y luego aceptan las diferentes ofertas de tarjetas, dos de Citibank y dos de MBNA, más algunos créditos personales en otra entidad. Empiezan entonces los problemas con el banco: “En La Caixa son muy ‘arañas’ pidiendo el dinero. Enseguida te llaman: ‘Oye que tienes un descubierto de 50 euros’. ¡Yo ya lo sé! Además, que más les da si me van a cobrar un montón de intereses”. Aparentemente preocupado por su situación económica, el nuevo director de la agencia de Villanueva, un puesto que “cambia cada dos por tres”, les llama un día para hacerles una proposición: pasar, durante dos años, el interés de la hipoteca de variable a un fijo de 3,5%, para evitar la sorpresa de las revisiones. “¡Precisamente en el momento que el Euribor empezaba a bajar!” –se indigna Luisa. Rechazan la oferta, ante lo cual el director del banco se ofrece a examinar con ellos la situación. Sólo para que les renovaran la línea de crédito de la empresa tuvieron que aceptar una subida de interés y la compra a plazos de un televisor de 1.200 euros.

En cuanto a la solución de las deudas acumuladas con las tarjetas y otros préstamos, unos 15.000 euros, el banco ofrece un nuevo crédito. Éste cubriría dichas deudas, pero habría que añadir también las de la cuenta de la empresa, unos 20.000, e hipotecar la nave, que está libre de cargas, como garantía. “Está intentando pillar más a la gente”, resume Luisa. Ante esta perspectiva han decidido aguantar hasta la próxima revisión, que les bajará la hipoteca, y ver si mientras tanto recuperan algún impagado y les salen otras obras.

“Yo nunca me he visto en esta situación. Estoy en tratamiento psiquiátrico y medicada”, asegura Luisa. Un director de banco de la zona que, bajo condición de anonimato, habla con cierta libertad, se encuentra, del otro lado de escritorio, en la misma situación: “Yo estoy en tratamiento psicológico precisamente por estos temas. Cuando veo a tíos como una puerta de grandes que se ponen a llorar porque no tienen dinero ni para alimentar a sus hijos, me voy a casa destrozado”. “A veces pienso en mi antigua casa con mis 40m2, –concluye Luisa– y pienso que también era feliz, no lo he sido más por tener una casa con jardín y garaje”. ¿Cuáles son para ella las causas de su situación? “¿Que de dónde me ha venido a mí esta hecatombe? Pues de arriba, de muy arriba donde hay mucha gente metiéndose mucho dinero en el bolsillo, y eso es lo que no me cabe en la cabeza”.


Fuente: Periódico Diagonal http://www.diagonalperiodico.net/Historias-minimas-del-municipio.html

1 comentario:

  1. Curiosa la conclusión a la que llega la entrevistada: “A veces pienso en mi antigua casa con mis 40m2, –concluye Luisa– y pienso que también era feliz, no lo he sido más por tener una casa con jardín y garaje”

    Si aunque solo sea el 5% de esa gente que se va a vivir a la periferia en busca de esa idea de ''campo artificial'' llegase a la misma reflexión, la ciudad podrá llegar a ser algún día sostenible.

    Como decía Fernando Terán en el articulo sobre el año Cerdá, el problema que actualmente sufre la ciudad ya no esta solo en manos del urbanismo, si no de la educación. Creo más que necesario que la sociedad se dé cuenta que significa hacer ciudad, debemos luchar por que esa imagen tan deseada: mi casa y mi jardín se erradique.

    Nosotros como arquitectos y urbanistas debemos predicar con el ejemplo, tenemos que enseñar a los demás que otra ciudad es posible. Es nuestra obligación demostrar a los ciudadanos que irse a vivir al periferia no es irse a vivir al campo.

    A menudo podemos observar gente que se va a vivir a Santa Brigida, Tafira, Teror... en busca de la tranquilidad del campo y luego son los mismos que demandan carreteras para mejorar las conexiones con la ciudad.O como a pesar de elegir vivir alli,todos los fines de semana cojen el coche para ir a la ciudad o para ir a trabajar. A mi entender ese pensamiento no es racional y mucho menos sostenible y cambiarlo no va a depender de las administraciones si no de nosotros como sociedad.

    ResponderEliminar